Noviembre, 2019
Equipe Blog HCSM | José Ragas, Pontificia Universidad Católica de Chile
Desde el 4 de octubre pasado, cuando el gobierno chileno anunció el alza en la tarifa del metro, el país atraviesa la crisis política y social más profunda de los últimos 30 años. Las protestas que han dejado más de 20 muertos tienen como objetivo central cuestionar la desigualdad del actual modelo económico.
Entrevistamos a José Ragas, profesor en el Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, sobre la crisis en el país con foco en tres aspectos: el papel de la historia, el impacto en las universidades y la insatisfacción con el modelo de salud chileno.
¿Cómo sirve la historia para comprender la crisis actual de Chile?
La cultura política chilena está muy marcada por la historia reciente del país, especialmente por el periodo de la dictadura militar (1973-1990) dirigida por Augusto Pinochet. Siendo la historiografía chilena muy rica y comprometida con el presente y un enfoque social, la Historia y los historiadores han estado muy presentes en estas semanas difíciles.
Así, los Premios Nacionales de Historia de Chile hicieron un llamado a cambiar el actual sistema por un “nuevo contrato social”, donde el Estado tenga un rol central hacia “los sectores más débiles de la sociedad, como los ancianos, los niños, los enfermos”. Otros historiadores han brindado su opinión en medios públicos y redes sociales, estableciendo paralelos con distintos episodios (uno de ellos, la ‘revolución de la chaucha’, que fue una protesta general contra el alza del transporte en Santiago en 1949), enfatizando la gravedad de la crisis y de la desigualdad como el motor de esta crisis y buscando corregir anacronismos o analogías facilistas.
Hace unos meses atrás, las/os historiadores/as chilenos/as se habían venido manifestando en contra de una decisión del Gobierno de hacer electivas las horas de Historia en la educación secundaria. Asimismo, entre la ciudadanía que ha salido a las calles hay una conciencia histórica muy fuerte, donde se ha buscado establecer una continuidad entre 1973 y 2019 –como lo sugiere más de un grafiti– y con una percepción compartida de que la crisis actual representa si no el fin de un ciclo histórico (el del Neoliberalismo), al menos un quiebre importante.
La Historia va a ser importante también al momento de pensar la sociedad post-crisis; especialmente si se decide reemplazar la actual Constitución –promulgada en dictadura– por otra surgida de un contrato social y que tenga como base un sistema centrado en las personas y no en el mercado.
¿Cómo ha afectado esta crisis a las universidades y al sistema de investigación promovido por la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, CONICYT?
La actual crisis ha tenido un impacto directo en las actividades curriculares (clases desde pre-grado hasta post-grado) y extra-curriculares (eventos académicos) ya planificadas. Como una medida de seguridad y protección hacia los miembros de su comunidad, las universidades decidieron cerrar sus campus o reducir la actividad al interior de los mismos al mínimo.
Hubo campus universitarios que sufrieron ataques durante las protestas y estudiantes que fueron detenidos o alcanzados por perdigones disparados por la policía durante la represión. Pese a las dificultades, las universidades han sido un espacio para discutir la coyuntura y a partir de las cuales se ha planteado abiertamente una serie de cuestionamientos al actual modelo político y económico y se ha buscado articular esfuerzos con otras organizaciones locales, sobre todo en materia de protección de Derechos Humanos.
En un nivel más amplio, la ciencia es un área muy extendida en Chile, más allá de la comunidad académica. Disciplinas como la astronomía, por ejemplo, son impulsadas como una ‘marca país’ y hay iniciativas académicas y ciudadanas para desarrollar una cultura científica entre los más jóvenes. CONICYT juega un rol importante en el financiamiento de proyectos de investigación y su difusión, a través del Programa Explora. Antes de la actual coyuntura, sus trabajadores se habían declarado en paro reclamando mejores condiciones.
Por otro lado, FONDECYT –la organización que maneja los fondos de investigación del Estado– ha debido reprogramar los plazos de cierre de proyectos mientras los investigadores con proyectos en curso reportan que la comunicación con dicho ente ha sufrido interrupciones. De manera más general, el rol de la ciencia y la tecnología y cómo esta se encuentra vinculada al tema de la desigualdad ha sido desarrollada recientemente en una columna escrita por Andrea Poch Pla y Felipe Villanelo Lizana.
¿El modelo de salud chileno mixto público/privado ha sido cuestionado en esta crisis? ¿Considera que ha sido uno de las prioridades en las protestas?
En la medida en que se trata de una protesta que tiene como objetivo central cuestionar la desigualdad del actual modelo económico, el acceso a servicios de salud es un elemento central de las demandas. Hay dos puntos centrales en estas: (a) Menor precio de los medicamentos; y (b) Mejor atención en cuanto a listas de espera.
Sobre el punto (a), antes que permitir un mejor acceso a medicinas, entre 2007 y 2008 las cadenas farmacéuticas Cruz Verde, Salcobrand y Farmacias Ahumada –que controlan el 97% del mercado– optaron por coludirse y controlar el precio de los medicamentos. De ahí que la venta de genéricos se haya expandido en años recientes y que la cadena farmacéutica Dr.
Simi se ubique en segundo lugar entre las empresas con mejor reputación entre los chilenos. La espera por tratamientos (b) es otro motivo de preocupación. Si bien el Estado ha buscado garantizar la atención en un tiempo máximo para determinadas patologías (GES), existen muchas otras sujetas a extensas esperas o a la búsqueda de tratamientos privados (más costosos).
Según información del Ministerio de Salud (Minsal), en el primer semestre de 2018, 9.724 personas fallecieron esperando atención en el sistema público, lo que significó un incremento del 54% respecto del año anterior. El mensaje del Presidente Piñera sobre una Agenda Social (22 de octubre de 2019), planteada con la intención de reducir la presión social, hizo hincapié en el tema de la salud. Sin embargo, para quienes residen en el país, esto es insuficiente y no resuelve el problema de fondo.
Una forma directa de conocer cómo el tema de salud está presente en estas movilizaciones es a través de los carteles y grafitis que se han desplegado en calles y paredes durante estas últimas tres semanas. Algunos de estos son muy elocuentes y permiten comprender, de primera mano, los temas de salud que preocupan.
Cómo citar esta entrevista:
RAGAS, J. Protestas en Chile: historia, universidad y salud. http://www.revistahcsm.coc.fiocruz.br/english/protestas-en-chile-la-historia-la-universidad-y-la-salud/
El Chile en HCS-Manguinhos:
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