Jun 2023
Vivian Mannheimer | Entrevista a Lourdes Patiño Barba
En los próximos días, del 10 al 16 de julio, el Museo de la Vida, en Fiocruz, Brasil, recibirá investigadores de varios países de América Latina para la 18ª edición del Congreso Red Pop, de la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología de América Latina y el Caribe. Este año el tema es “Voces diversas: diálogo entre saberes e inclusión en la divulgación científica”. El evento busca mostrar la importancia de las diferentes culturas, experiencias, perspectivas y contextos que se suman a la diversidad del campo de la divulgación de la ciencia en América Latina y el resto del mundo.
En esta entrevista al blog de HCS-Manguinhos, Ma de Lourdes Patiño Barba, directora ejecutiva de RedPop habla, entre otros temas, de las características del campo en América Latina, cómo la divulgación científica puede contribuir a la lucha contra la desinformación y qué espera del Congreso que se realizará en la Fiocruz.
¿Cómo podemos evaluar el desarrollo de la comunicación científica en América Latina en los últimos años y cómo lo ves en comparación con otros países? ¿Cuáles serían las singularidades de la región en relación a la divulgación científica?
La divulgación de la ciencia es un campo que se ha consolidado en los últimos 40 años. Probablemente la versión más profesional de la comunicación de la ciencia se sitúa a partir de los años sesenta del siglo pasado. Fiocruz por ejemplo ha hecho acciones de comunicación de ciencia desde más de un siglo atrás. En México y otros países también se pueden rastrear algunas exposiciones botánicas y publicaciones de principios del siglo, del 1900, pero tomó fuerza la comunicación pública de la ciencia en Latinoamérica y en otras partes del mundo en los 1960s.
Después, me parece que ha tenido una evolución más lenta en Latinoamérica que en Europa, Reino Unido, Australia, Inglaterra y en otros lugares, pero creo que ha sido un crecimiento sostenido. Fue sumando personas de diversos perfiles, agregando personas dedicadas a la comunicación pública de la ciencia y haciendo este trabajo de una manera más profesional, ya incluso con posgrados, como el de Fiocruz. En México también ya hay algunos posgrados desde hace dos décadas.
Desde hace bastante tiempo, tal vez unos 20 años, estamos en una situación ya profesionalizada como región, aunque por supuesto, hay variaciones de país a país. Históricamente, México, Brasil y Argentina han tenido un peso importante en empujar el campo de la popularización de la ciencia. Creo que estos son los países donde hay más instituciones haciendo divulgación, más divulgadores de ciencia y programas de mucho más tiempo. También es donde está más fortalecido no sólo el hacer divulgación, sino aprender del campo de la divulgación de la ciencia con esfuerzos de evaluación e investigación. O sea, ven la popularización de la ciencia como un área social. El quehacer de divulgar es comunicación, pero también un poco de educación, de piscología social, de sociología, entre otras disciplinas. Divulgar la ciencia no es lo mismo que hacer comunicación de otro tema social, como de la cultura de la paz, por ejemplo. Hablar de la ciencia tiene sus especificidades.
Hacer popularización de la ciencia es una actividad muy gratificante. No solo uno siente que hace algo bueno para las sociedades, pero también es algo muy disfrutable. Se aprende mucho y requiere que usemos la creatividad. Este diálogo de distintas disciplinas es muy interesante, en la popularización se puede trabajar con físicos, biólogos, pedagogos, matemáticos, y ese diálogo de saberes disciplinares es muy enriquecedor. Yo soy psicóloga, por ejemplo.
Una característica del campo en nuestra región es la heterogeneidad. Hay países e instituciones con mucha tradición, mucha expertise, mucho camino andado y en otros países se sigue formando el campo. Por ejemplo, hace unos años en Panamá no se hablaba mucho de divulgación de ciencia. Cuando era presidenta de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica, A.C. (SOMEDICyT) en 2018 me invitaron a hablar de cómo había sido la evolución del campo en México, de cuales cosas habían funcionado. Hasta donde pude identificar, no existía la figura del divulgador como profesión en Panamá, pero ha crecido mucho en pocos años. Hace apenas un par de años que Perú fundó su sociedad de divulgadores. Pienso que la divulgación científica es algo que ya está en todos los países, pero de una manera heterogénea en la expertise y formación. Otra característica regional es la creatividad, que nos ha categorizado globalmente. Me parece que en parte esto se debe a la situación económica de la región, que nos obliga a buscar fórmulas diversas, muchas veces con pocos recursos, que lleguen a grandes grupos de población.
Yo diría que en Latinoamérica estamos muy comprometidos como comunidad. Realmente se ve mucha generosidad, quizás por la falta de recursos y de apoyo institucional en algunos casos. La comunidad es realmente generosa, muy abierta para compartir materiales, experiencias e ideas. Otro tema vinculado a la divulgación científica en la región y que está relacionado con el congreso que tendremos en la Fiocruz, es el tema de la inclusión.
Teniendo en cuenta que uno de los paneles del evento es sobre diversidad, decolonialidad e inclusión, ¿cómo podemos pensar la divulgación científica en América Latina a partir de estos elementos?
La inclusión es un tema que ha gravitado en la región. A mí me tocó organizar un congreso em 2003 en México que ya tenía el lema divulgación de ciencia e inclusión social. Creo que esta no es la única región en la que hablamos de eso, pero acá creo que ha sido una constante preocupación y reflexión.
En el Diagnóstico de la Divulgación de la Ciencia en América Latina, de 2017, que me tocó coordinar – con Jorge Padilla González y Luisa Massarani – identificamos que hay muchos programas de popularización para personas con alguna vulnerabilidad. En este sentido también diría que somos una comunidad de divulgación de ciencia muy pendiente a la solidaridad y a atender a estos grupos poblacionales que también tienen el derecho a una mejor cultura científica y a ejercer sus derechos humanos desde el acceso al conocimiento. El tema de la decolonialidad es muy fuerte aquí, creo que es un sello de la región, me parece que hay una necesidad de tener una autoridad e independencia académica respecto a otros países, con quienes nos mestizamos culturalmente. En Latinoamérica casi todos somos mestizos, algunos países más mezclados que otros. Por ejemplo, acá en México para muchas personas el tema de España y cómo invadieron hace cinco siglos sigue siendo un tema sensible.
Ahora en México y en otros países hay el cuestionamiento si no es la ciencia también como un saber que ha venido a colonizar conciencias y formas de entender el mundo. Me parece – al igual que a muchos de los colegas en México y en otros países que hemos conversado este tema-, que estamos en una línea que la ciencia no coloniza, pues es una manera de comprender la naturaleza, tanto la física como la humana, las relaciones sociales, la manera de entendernos como seres humanos, pero al tener poblaciones tan extensas y diversas en algunos lugares – como con los llamados pueblos originarios, pero no exclusivamente-, creo que no hemos conseguido siempre hacer este diálogo, no sólo de saberes sino de cosmovisiones. Ese es mi punto de vista muy personal, pues no necesariamente todos los colegas lo compartirían, pero creo que esta mesa sobre inclusión es para pensar cómo podemos hacer un diálogo de saberes sin quitar la validez del conocimiento científico (basado en evidencia, en constante revisión, sin dogmas ni verdades incluestionables), de muchos saberes que los pueblos originarios no tienen. Pensar cómo tener un diálogo respetuoso entre estas distintas cosmovisiones, sin irnos al extremo posmoderno en que todo se vale y todo lo que pienses está bien o es real, con o sin evidencia.
El derecho humano a tener una opinión personal no es lo mismo que otorgar la misma validez a conocimientos que no son tan robustos como el conocimiento científico. En muchos momentos creo que eso se mezcla con el tema de la identidad, se piensa que un pensamiento científico atenta contra la identidad (no sólo de pueblos originarios, sino de mestizos que no le sinteresa o se sienten desconfiados de la ciencia y la tecnología) y entonces empezamos a mezclar, como en México decimos, “la gimnasia con la magnesia”, o, “peras con manzanas”, cosas que claramente son distintas. Cada una tiene su lugar y una no sustituye la otra. Creo que la discusión está ahí. Queremos tener un diálogo respetuoso, pero sin decir que tiene el mismo efecto sólo rezarle a alguien o algo para que me quite el mal si tengo cáncer, a someterme a un tratamiento probado, basado en la ciencia.
¿Cómo puede contribuir la divulgación científica a la lucha contra la desinformación y el negacionismo?
Creo que deberíamos hacer caso a lo que la psicología como ciencia nos ha dicho de cómo construimos esas ideas. Se ha probado la tendencia de nuestro cerebro a las soluciones cortas porque nos ha servido como especie, para la supervivencia, pero eso nos hace caer en sesgos cognitivos. Con éstos voy seleccionando información que queda bien con la idea que yo ya tengo previamente, y no caemos en cuenta que hay un prejuicio, o muchos prejuicios propios o de otros detrás de esa idea, como con el tema de las vacunas, u otras cuestiones de salud y tratamientos.
Creo que nos convendría, como comunidad, leer, enterarnos y reflexionar sobre cómo se hace ese mecanismo de “autoengaño”, porque estamos más propensos a creer cosas, aunque vayan en contra de la evidencia; es claro cómo entre más siento que cuestiona mi identidad – que me mueve el piso, me hace sentir inseguro – me voy a aferrar más a esas ideas.
Teniendo eso en mente, es necesario trabajar mucho más el pensamiento crítico, para que la gente se pueda hacer preguntas y se dé las respuestas de manera que diga “tal vez esa idea que yo tenía no es tan valiosa o real, o no se sostiene en todas las circunstancias”. A veces caemos en querer desmantelar con otras personas alguna idea equivocada (desde el conocimiento científico) y tomamos una posición muy confrontativa, que se percibe más como ideológica. La gente siente que se les están cuestionando sus ideas (su validez personal o el derecho de pensar diferente) y no tanto la evidencia o el dato.
Entonces, creo que la divulgación de la ciencia tiene un papel súper importante en paliar la desinformación, las fake news, estas ideas equivocadas que se tiene sobre muchos temas, algunas son muy peligrosas porque atentan contra la vida, como en el tema de las vacunas o el calentamiento global.
Como divulgadores tenemos que aprender cómo no ser tan confrontativos, porque muchas veces más bien se provoca que la gente más se aferre a sus creencias y deje de escuchar los datos. Hay gente mucho más abierta, obviamente, pero con otras creo que tenemos que ir de poco en poco y trabajando mucho el pensamiento crítico.
Algo que también creo es que en popularización de la ciencia nos hemos dedicado desde el inicio mucho más a hablar de conceptos, de hechos, de contenidos y poco a estimular el pensamiento crítico. Ahora tenemos que hacer este complemento. No solo dar la información y los datos, que ahora con internet uno puede conseguir información de calidad de manera relativamente simple, pero necesitamos trabajar más en lo que la gente puede hacer con ese dato, como lo pueden pensar para sacar conclusiones basadas en evidencia. Creo que este también es la labor de la divulgación de la ciencia.
¿Qué espera de este encuentro en la Fiocruz?
Tengo muchas expectativas y sé que prácticamente todas se cumplirán porque no es la primera vez que Fiocruz como institución, que Río y toda la comunidad brasileña nos recibe a toda la comunidad latinoamericana de Red Pop, de divulgadores de ciencia.
Primeramente, esperamos un encuentro muy grande porque por los números de inscritos y de trabajos ya estamos teniendo el congreso más grande de popularización en la región, pero no solo el tamaño importa, sino la mezcla de distintas visiones. En este congreso estamos recibiendo colegas desde el extremo Sur – Chile, Argentina – hasta México, y incluyendo Ecuador, Costa Rica, Colombia, Perú, Bolivia, Uruguay y Paraguay, , entre otros países de la región, de Europa y de Norteamérica. Tal vez por cuestiones financieras no hay tanta gente de distintos países, hay varios países en que asistirán sólo uno o dos representantes, pero será muy interesante este intercambio de reflexiones, visiones, de experiencias, de perfiles.
También esperamos como comunidad que este evento sirva de formación para la profesionalización del campo, lo que también sé que se cumplirá, porque está lleno de divulgadores de ciencia con mucha experiencia, que siempre están buscando cuestiones nuevas. Tenemos algunos trabajos y mesas completas de investigaciones sobre comunicación de la ciencia.
Creo que este flujo de ideas, de capacitarnos entre nosotros también será algo que se cumplirá y ese será el primer encuentro presencial en cuatro años. Toda la comunidad estamos con muchas ganas de volver a ese formato presencial que siempre es mucho mejor que la virtualidad. También esperamos, obviamente, aprender de la comunidad brasileña que es muy inquieta, muy fuerte, muy grande y muy creativa. Siempre encuentro formatos muy creativos y por eso me encanta conocer lo que hacen de divulgación en Brasil.
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