El nuevo gobierno mexicano y la salud

Agosto 2018

Vivian Mannheimer | Blog de HCS-Manguinhos

Ana María Carrillo es doctora en Historia y profesora titular del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El 1 de julio López Obrador ganó las elecciones mexicanas y se convirtió en el presidente que ha recibido más votos en la historia del país.

En una breve entrevista a HCS-Manguinhos, Ana María Carrillo, profesora titular en la Universidad Nacional Autónoma de México, analiza los desafíos del país en el área de salud pública y las tendencias del presidente mexicano con respeto a este tema.

¿Cuáles son los grandes desafíos de México en el área de salud pública?

Para responder esta pregunta, me parece necesario tomar en cuenta que México es un país con una gran desigualdad social y altos niveles de pobreza, y esto se refleja en los desafíos que enfrenta en el área de la salud pública. Uno de ellos es el envejecimiento de la población, con el consecuente aumento de las enfermedades crónicas, que hoy representan 80% de las principales causas de mortalidad: 6.2% de mexicanos viven con diabetes, con su carga de amputaciones e insuficiencia renal, y ésta es en la actualidad la principal causa de muerte en México.

Hay aumento de tabaquismo y consumo de alcohol y de drogas entre jóvenes de ambos sexos y, a causa de esto, de accidentes entre ellos. Detrás de los problemas de salud hay factores individuales (estilos de vida), pero también factores sociales (modos de vida), por inequidad en el acceso a salarios, alimentación, servicios de agua potable y drenaje, educación, oportunidades, libertades…. Por ejemplo, las condiciones socio-económicas de personas que viven en zonas marginadas no posibilitan una adecuada alimentación; México tiene el mayor índice de sobrepeso y obesidad en niños entre los países de la OCDE, pero por otro lado persiste la desnutrición.

Hay un crecimiento alarmante de embarazos entre adolescentes. Por cada 100,000 nacidos vivos, 38 mujeres mueren por causas relacionadas con el embarazo y el parto. Doce mil niños no cumplen su primer año de vida. Apenas 37% de los niños reciben en tiempo y forma sus vacunas, y 10% no recibió ninguna en el último año. Además, hay carencia de políticas intersectoriales efectivas para proteger la salud.

La violencia generalizada es un problema de salud pública que afecta a familias enteras. Desde que empezó la fallida guerra contra el narcotráfico, ha habido 35,000 desaparecidos y más de 200,000 muertos (algunos dan cifras mucho más altas), lo que ha hecho disminuir la esperanza de vida de los hombres entre 15 y 39 años de edad, y de las mujeres entre 10 y 24 años de edad.

 ¿Qué se puede esperar del nuevo gobierno mexicano en relación con la salud pública?

De acuerdo con el Proyecto de Nación 2018-2024, garantizar el derecho a la salud en igualdad de condiciones para todos los mexicanos desde el primer día de su vida hasta el momento de su muerte será un eje fundamental del nuevo gobierno. Para hacer realidad el servicio de salud universal y gratuito –en oposición a los seguros para pobres con prestaciones limitadas, como el Seguro Popular–, habrá integración de las instituciones de seguridad social, rehabilitación de hospitales que se encuentran abandonados y fortalecimiento de la industria farmacéutica nacional.

Por lo que toca a la salud pública, de acuerdo con Jorge Alcocer –futuro titular de la Secretaría de Salud–, ésta será una de las prioridades del gobierno desde el 1 de diciembre de 2018; se regirá por los principios de la atención primaria de salud integral, con énfasis en la educación, la promoción de la salud y la prevención de enfermedades, y buscará la participación social ciudadana; brigadas de acción integradas sobre todo por jóvenes se encargarán de campañas de orientación sobre temas de salud en la comunidad.

El gobierno lópezobradorista establecerá un pacto por la salud pública que siente las bases para el adecuado abordaje de la determinación social de la salud. Va a impulsar investigaciones sobre las causas económicas, políticas y sociales de las enfermedades de interés público, como las crónico-degenerativas, en las que podrá participar todo el equipo de salud. Intenta formar una nueva generación de mexicanos, con políticas públicas que incluyan la prevención de embarazos entre adolescentes, por medio de educación integral para la sexualidad, y acceso a servicios de salud reproductiva gratuitos y resolutivos; atención a la nutrición en las mujeres embarazadas; parto seguro para el niño, en condiciones adecuadas para la madre (que algunos esperamos tome en cuenta el modelo de partería profesional y tradicional); alimentación al pecho materno al menos durante seis meses; apoyo para una maternidad plena (con guarderías y lactarios en lugares de trabajo), programas de nutrición para la niñez, y ampliación de los programas de vacunación. Con ese fin, destinará 4% del PIB a infraestructura y programas sociales, que contribuyan a mejorar la salud y la calidad de vida.

Se propone un trabajo transversal con otras instancias de gobierno. Por ejemplo, actualmente México importa 40% de lo que come; el nuevo gobierno buscará cambiar esa situación por un modelo de soberanía alimentaria y desarrollo económico sustentable: uno de 25 proyectos estratégicos que tiene es sembrar un millón de hectáreas de árboles maderables y frutales, para restaurar el paisaje con fines productivos, al tiempo que se combate la pobreza.

López Obrador ha convocado y empezado a reunir a familiares de desaparecidos, activistas de derechos humanos, líderes religiosos y especialistas con la finalidad de delinear políticas públicas para la paz, que podría incluir la amnistía para delincuentes menores, y atacar algunas causas profundas de la violencia, de acuerdo con su lema: “Por el bien de todos, primero los pobres”. La aspiración es acabar con la corrupción, reducir la violencia y enfrentar la pobreza generalizada, todo lo cual tendrá repercusión en la salud. Hay metas de corto, mediano y largo plazo, y falta por ver cuánto de este proyecto podrá concretarse en seis años.

Hoy se habla de un giro a la derecha en América Latina. ¿Por qué cree que México eligió a AMLO con un apoyo popular tan grande?

En efecto, el 1 de julio acudieron a las urnas más de 89 millones de votantes, que representan 63% de personas en la lista nominal, y Andrés Manuel López Obrador arrasó: es el candidato que ha recibido más votos en la historia del país. Rebasó a su competidor más cercano por un margen de 31 puntos, y MORENA –su partido– obtuvo mayoría en ambas Cámaras. Se habla de un terremoto político, de un tsunami.

A nivel internacional, pudieron influir en su favor la actual política anti-mexicana del gobierno estadounidense, y la situación de la mayoría de la población en los países que, por una u otra razón, han dado ese giro a la derecha. A nivel interno, AMLO es un luchador social con una larga tradición que comenzó hace cuarenta años en las comunidades indígenas del sureste de México. Ha recorrido, en más de una ocasión, todos los municipios del país; valora sus recursos naturales y humanos, y conoce los problemas del campo, la industria, los niños, los trabajadores, los pueblos indígenas, los estudiantes… Es fuerte, y la gente le cree. Cuando fue jefe de gobierno de la Ciudad de México (entre 2002 y 2005) cumplió todas sus promesas de campaña; no es casual que la CDMX hay sido una de las entidades en las que su triunfo fue más holgado.

En esta ocasión, hizo alianzas con varios sectores con los que integró la Coalición Juntos Haremos Historia –dentro de ellos una importante fraccion de empresarios–, lo que por cierto lo ha orillado a hacer conseciones y moderar su política. Es un hombre de trabajo; empezó a laborar al día siguiente de su triunfo. Muchos han tratado de ver el gran apoyo que López Obrador recibió como muestra del enojo de gran parte de la población ante la corrupción gubernamental (él es símbolo del político honesto, y ha sostenido que no puede haber gobierno rico con pueblo pobre), y también ante la inseguridad que se vive en el país. Sin duda, hay malestar en México, pero otros pensamos que más que votar con ira y con hastío, la población le dio su voto con esperanza, con expectativas de futuro. Esto fue evidente el 2 de julio, cuando de forma inédita las plazas se llenaron en explosión de alegría para festejar su triunfo.

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