Febrero 2020
Ruth Carola Cruzado Mittrany | HCS-Manguinhos blog

La investigadora María Isabel Porras Gallo sigue estudiando la Gripe de 1918 ahora desde un punto de vista comparativo con otras pandemias de gripe y otras enfermedades víricas, y analizando el papel de las agencias internacionales.
Pese a los años, hay muchas semejanzas entre la actual crisis del Coronavírus y la epidemia de gripe que asoló la Península Ibérica entre 1918-1919. Para María Isabel Porras Gallo, catedrática de Historia de la Ciencia en la Facultad de Medicina de Ciudad Real de la Universidad de Castilla-La Mancha e investigadora del Centro Regional de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), no basta con contar con recursos médicos y tecnológicos eficaces. “Es imprescindible la existencia de unas mínimas condiciones higiénico-sanitarias, económicas y sociales, combatir las desigualdades y proporcionar información fiable y realista a la población por parte de las autoridades políticas y sanitarias”, afirma.
Directora del grupo de investigación salud, historia y sociedad (SALHISOC) de la UCLM, su principal línea de investigación es la historia de la enfermedad y hace 30 años comenzó a estudiar la pandemia de gripe de 1918-19, sobre la cual realizó diversos estudios, entre ellos su tesis doctoral Una ciudad en crisis: la epidemia de gripe de 1918-19 en Madrid, habiendo publicado numerosos artículos, capítulos de libro y libros sobre ella. En la actualidad dirige el proyecto de investigación financiado “La estandarización y aplicación de sueros y vacunas en España y Castilla-La Mancha y el papel de las agencias internacionales (1918-2016)”.
En esta entrevista, la investigadora señala semejanzas históricas entre ambas epidemias.
¿Qué similitudes se pueden delinear entre la Crisis de Coronavirus actual y la epidemia de la gripe de 1918?
Ambas crisis están producidas por virus y su transmisión es respiratoria, con lo que ello implica de cara a su amplia difusión. Más allá de las similitudes en su cuadro clínico, es importante destacar las relativas a las respuestas ofrecidas desde los gobiernos, la profesión médica y la sociedad.
Como suele ser bastante habitual ante una crisis sanitaria, en ambos casos se produjo la ocultación inicial del problema y el retraso en la adopción de medidas. Recordemos la suerte que corrió el primer médico que señaló el problema en Wuhan y las tensiones entre las autoridades de Beijing y Wuhan. De igual modo, la censura militar impidió que se admitiera el grave problema que la gripe causaba entre los soldados de ambos bandos en la primavera de 1918. Y que solo se hablara de la existencia de una epidemia por esa enfermedad cuando España, que se mantuvo neutral en dicho conflicto bélico, comunicó el problema que había en su territorio a partir de mayo. Ello motivó que la pandemia de 1918 recibiera el injusto calificativo de “Gripe española”.
Con respecto a la respuesta médica, debemos distinguir entre las medidas profilácticas y las terapéuticas. Entre las primeras medidas, se está trabajando en la puesta a punto de una vacuna específica contra el coronavirus específico responsable de la actual crisis, al igual que se hizo en 1918 con la gripe.
Mientras tanto las medidas de profilaxis que se recomiendan y aplican son básicamente las mismas que hace cien años: el aislamiento de las personas enfermas o sospechosas de estarlo, la cuarentena, la clausura de las actividades colectivas (celebración del año nuevo chino, carnavales, teatro, cierre de centros escolares, clausura de algunos eventos multitudinarios, entre otras), las desinfecciones, el uso de mascarillas o el lavado de manos. La mayoría de ellas utilizadas desde los tiempos de la presencia de la peste negra en Europa.
Desde el punto de vista del tratamiento siguen siendo básicas las medidas de soporte y combatir los síntomas. Lo que ha variado, en este caso, es la posibilidad de contar con mayor número de recursos farmacológicos, infraestructuras y personal especializado, en aquellos países más desarrollados y no tanto en los de bajos recursos. No obstante, el gran número de casos en tiempo limitado conduce también a la necesidad de habilitar nuevos espacios para prestar la atención sanitaria, como se está viendo en China, al desplazamiento de personal sanitario de otras zonas del país a las zonas afectadas, necesidades estas que también existieron con la gripe de 1918 y a las que no siempre se pudo dar respuesta por las carencias locales estructurales existentes en cada país y por las coyunturales, derivadas de la coincidencia con la I Guerra Mundial.
La respuesta de la sociedad se asemeja bastante en ambas crisis, ya que la alarma poco a poco se va apoderando de la población, y el miedo generado provoca actualmente no sólo la estigmatización de la población china y sus comercios en cualquier parte del mundo, considerándoles el chivo expiatorio, sino también el acaparamiento de alimentos y recursos profilácticos, como las mascarillas o los antisépticos para las manos, que además algunas farmacias han aprovechado para multiplicar su precio por 7, como ha ocurrido recientemente en Italia, en uno de sus aeropuertos. Con la gripe de 1918 se incrementaron también los precios de los principales medicamentos utilizados y/o recomendados y de los alimentos de primera necesidad.

Imagen de microscopio del coronavírus, responsable por la enfermedad llamada Covid-19. Foto: NIAID-RML/AP.
Desde un punto de vista histórico, ¿qué factores posibilitaron la emergencia de la crisis de 1918? ¿Encuentra factores parecidos actualmente?
Entre los factores que favorecieron la emergencia de la pandemia de gripe de 1918-19 cabe citar la concurrencia de la I Primera Guerra Mundial con una importante crisis económica y social, tanto en los países que participaron en ese conflicto bélico como en la mayoría de los que no tomaron parte.
El desarrollo de la I Primera Guerra Mundial determinó además un gran movimiento de población civil y militar, facilitándose en ambos casos las condiciones de hacinamiento y de falta de higiene, que se sumaron a la falta de alimentación correcta por las dificultades para acceder a los alimentos de primera necesidad, por su escasez y encarecimiento, particularmente grave en el caso de la población civil. Estas carencias propiciaron una mayor difusión de la gripe y que adquiera mayor gravedad. Por su parte, la población militar, especialmente la de las trincheras, se vio expuesta también a los efectos de las sustancias tóxicas utilizadas por primera vez en una contienda, como el gas mostaza. El carácter mutagénico de dicho gas ha sido relacionado con el aumento registrado en la virulencia del virus de la gripe entre el brote de la primera y el de otoño de 1918. Más recientemente se ha relacionado el cambio en el virus con las condiciones de las granjas de aves cercanas a alguno de los campamentos militares europeos.
A los factores mencionados, habría que añadir las deficiencias existentes a nivel científico-sanitario. Por un lado, faltó personal e infraestructura sanitaria suficiente, no sólo por la mayor demanda registrada, sino por el desplazamiento de estos recursos humanos y materiales a atender las consecuencias de la guerra mundial y por el retraso sanitario existente en algunos países no participantes en la contienda, como España. Por otro, en 1918, la gripe no era en todos los estados enfermedad de declaración obligatoria. Además, no se había establecido aún, ni se consiguió durante la pandemia, que la etiología de la gripe era viral. Por tanto, no se contó con una vacuna específica contra ella, ni con un antiviral específico, ni tampoco existían los antibióticos para combatir las complicaciones bacterianas, como las neumonías.
Algunos de estos factores están presentes también en estos momentos. Se mantiene la gran movilidad de población por diversas razones, aunque no exista un conflicto bélico mundial, así como los efectos negativos de la gran crisis económica de 2008 y de la globalización que han aumentado las desigualdades socio-económicas, las malas condiciones de trabajo, la contaminación y, consecuentemente, la vulnerabilidad de las personas. Esto se suma a la falta de control suficiente de las zoonosis, cuando el avance del capitalismo sin control está propiciando un mayor contacto humano con animales reservorios y/o transmisores de virus que pueden afectar al hombre.
Por lo que se refiere al ámbito científico-sanitario, se puede decir que, en global, se dispone de mayor número de recursos personales y materiales, pero igualmente falta un mejor conocimiento del coronavirus específico responsable de la crisis sanitaria actual, no disponiéndose aún de una vacuna contra él.
De modo que siguen siendo fundamentales las medidas de aislamiento, el lavado de manos, el uso de mascarillas como recursos profilácticos y, en el tratamiento, son clave las medidas de soporte y tratar los síntomas.
Los años transcurren y con ellos viene un aumento en la capacidad tecnológica y científica, sin embargo, epidemias como estas continúan surgiendo. ¿Cómo puede explicar esto?
Sin duda es muy importante el desarrollo científico y tecnológico, pero no basta con contar con recursos médicos y tecnológicos eficaces.
Es imprescindible la existencia de unas mínimas condiciones higiénico-sanitarias, económicas y sociales, combatir las desigualdades y proporcionar información fiable y realista a la población por parte de las autoridades políticas y sanitarias.
De igual modo es relevante que la profesión médica no sólo aplique los recursos profilácticos y terapéuticos, sino que es crucial que informe verazmente sobre la situación y los recursos apropiados para prevenir o tratar la enfermedad existente para que la ciudadanía acepte y utilice dichos recursos adecuadamente.
La pandemia de gripe de 2009-2010 es un buen ejemplo de esto. Esa crisis sanitaria mostró, con respecto a la vacuna, que sirve de poco disponer de medios profilácticos y terapéuticos apropiados si la población –parcial o completamente- no confía en ellos o no tiene acceso a ellos.
Lea en HCS-Manguinhos blog:
Coronavirus despierta interés por la historia de las epidemias
Con el mundo en estado de alerta para evitar la diseminación del coronavirus, acceda a una selección de nuestras publicaciones sobre el tema.
Poliomielitis en España, 1950-1975: La OMS y el franquismo
Artículo analiza las misiones de expertos de organismos sanitarios internacionales en España entre 1950-1975.
Historia de la salud pública, del cáncer y de las pandemias de influenza
25 años de HCS-Manguinhos – Testimonios. María Carrillo, Profesora titular del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM, ha participado con HCS-Manguinhos en tres proyectos colectivos.
La medicina de guerra y el humanitarismo en España entre 1860 y 1930
Para explicar los temas tratados en el dossier “Humanitarismo, Guerra e Innovación Tecnológica en España”, invitamos a su coordinador, Jon Arrizabalaga.
Lea en la revista HCS-Manguinhos:
Ballester, Rosa, Porras, María Isabel and Báguena, María José Políticas sanitarias locales puestas a prueba: consultores, expertos, misiones internacionales y poliomielitis en España, 1950-1975. Hist. cienc. saude-Manguinhos, Set 2015, vol.22, no.3, p.925-940.
Gallo, María Isabel Porras and Heras-Salord, Jaime de las La Cruz Roja Española, la repatriación de los soldados de las guerras coloniales y el desarrollo de la ciencia médica en España, 1896-1950. Hist. cienc. saude-Manguinhos, Set 2016, vol.23, no.3, p.829-846.
Porras Gallo, Maria Isabel. La medicina y los seguros en el abordaje del problema de los inválidos del trabajo en España en la primera mitad del siglo XX. Hist. cienc. saude-Manguinhos, Jun 2006, vol.13, no.2, p.393-410.