14 de Abril de 2020/ actualizado en 12 de Diciembre de 2021
Sección especial: Coronavirus and History / Testimonios COVID19
El siguiente texto es una versión más completa, actualizada y sometida a revisión de pares de un post que apareció en el blog de História, Ciências, Saúde – Manguinhos.
El artículo de Paulo Drinot (HCSM vol.28, n.4, out-dez, 2021) Profesor de historia latinoamericana en el Instituto de las Américas, en el University College, ofrece una reflexión sobre las políticas iniciales desarrolladas en el Reino Unido durante la pandemia de SARS-CoV-2.
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Paulo Drinot |Profesor de historia latinoamericana en University College London.
Se suele decir que las pandemias son espejos de una sociedad.[1] El Reino Unido acaba de pasar las 11,000 muertes y su curva de mortalidad supera las de España e Italia. El primer ministro, Boris Johnson, del Partido Conservador, ha sido dado en alta en el hospital St Thomas donde estuvo internado por varios días después de contraer el coronavirus. Según informa la prensa, y como él mismo señaló en un mensaje televisivo, estuvo cerca de morir. Se calcula que 28 profesionales de la salud, entre médicos y enfermeras, han muerto. Si bien las políticas de confinamiento comienzan a tener efecto, el numero de muertos, actualmente cerca a 1000 por día (muertes en hospital, no se contabilizan las muertes fuera de ellos), seguirá aumentando en las próximas semanas.
¿Pudo ser diferente? Abundan las comparaciones con Alemania, donde la tasa de mortalidad es mucho menor, donde hay una política de pruebas de coronavirus y de seguimiento de contactos generalizada, y donde la capacidad hospitalaria y de cuidados intensivos es mucho mayor (en Alemania hay casi 30 camas de cuidados intensivos por 100,000 habitantes, en el Reino Unido, hay 6).
Las preguntas que surgen son: ¿Cuán bien preparado estaba el país para esta pandemia? ¿Cuán bien ha enfrentado la pandemia desde que se declaró? ¿Y, por último, qué nos dicen tanto el impacto que ha tenido la pandemia como la reacción del gobierno y de la población sobre la sociedad británica? No tendremos respuestas definitivas a las dos primeras preguntas hasta que se haga una investigación oficial pública (public enquiry), que sin duda se hará en los próximos años. Y, la tercera será materia de reflexión para historiadores y otros científicos sociales del futuro.
Sin embargo, sí es posible hacer algunas observaciones aunque sean algo apresuradas y seguramente superficiales. Mi reflexión busca integrar un contexto de mediano a largo plazo y un contexto de corto plazo. Un buen punto de partida para esta reflexión es la inauguración de los juegos olímpicos de Londres del 2012. Estas ceremonias suelen ser usadas por los países anfitriones para presentar al mundo una narrativa sobre sí mismos y mostrar lo que los define. Es por ello interesante que un tema central en la ceremonia fue la creación del Servicio Nacional de Salud, o NHS. No es exagerado decir que el NHS es la institución que los británicos valoran por encima de cualquier otra, incluso por encima de la monarquía. Y razón tienen, sobre todo cuando uno mira otros sistemas de salud, en particular el de Estados Unidos o los de América Latina.
Esta valoración del NHS, sin embargo, se entrelaza con otras narrativas nacionales. No debemos olvidar que el NHS se crea a pocos años (1948) de terminada la Segunda Guerra Mundial, y como consecuencia si bien de un proceso de construcción de instituciones de salud pública que venía gestandose desde fines del siglo XIX (no sólo en el Reino Unido) también de las decisiones tomadas por el gobierno de postguerra laborista de Clement Atlee. Se identifica al NHS entonces no sólo con un sistema de salud pública definido por ser “exhaustivo, universal y gratis en el punto de entrega”, sino también con un momento de superación y reconstrucción, en el que el país supo reimaginarse tras una tragedia tanto nacional como global. La creación del NHS, es en cierto modo, un momento fundacional de la sociedad británica de la segunda mitad del siglo XX marcado por le Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, la inclusión de este segmento no era sólo una celebración del NHS. Era también un desafío al gobierno de turno. Según Danny Boyle, el director de la ceremonia, el gobierno conservador de David Cameron buscó que se eliminará el segmento de la ceremonia.[2] Elegido en el 2010, el gobierno de Cameron había asumido con fervor la política de austeridad que supuestamente iba a salvar a la economía de las ramificaciones de la crisis financiera del 2007-08. Los recortes de presupuesto tanto al NHS como al sector de ‘cuidado social’ (social care – es decir cuidado a personas de la tercera edad, minusvalidos, etc) fueron brutales. Según el British Medical Journal, la política de austeridad de los conservadores añadió 120,000 muertes.[3]
Estos recortes se superponían a una economía y sociedad marcadas por décadas de des-inversión pública, en salud, educación, infraestructura, etc., desde los gobiernos de Margaret Thatcher, pero en realidad desde antes, que los gobiernos laboristas de Tony Blair y Gordon Brown no habían logrado revertir. En regiones del país golpeadas por la des-industrialización, en el norte de Inglaterra, en Gales, en Escocia, en particular, pero en realidad en todo el país, se perfiló una situación sumamente trágica, tal como lo graficó Philip Alston, el ‘rapporteur’ especial de las Naciones Unidas, cuyo informe sobre la pobreza extrema y los derechos humanos en el Reino Unido concluyó que las políticas de austeridad habían llevado a un ‘empobrecimiento sistemático’ y un saldo de 14 millones de personas viviendo en la pobreza.[4]
Es indudable que este contexto ayuda a explicar, en parte, el resultado del referendo del Brexit de 2016. Si bien la decisión de convocar el referendo tenía que ver principalmente con conflictos internos en el Partido Conservador, y no con un rechazo generalizado de la Unión Europea dentro de la población británica, las políticas de austeridad crearon un contexto fértil en el que se potenció aún más un sentimiento antieuropeo y, en particular, anti-inmigrante en algunos sectores de la población británica. Para operadores políticos como Boris Johnson que optaron por la causa del Brexit, el NHS se volvió uno de los campos de batalla: su campaña culpó a los imigrantes de la UE de poner al NHS bajo presión (aumentando la demanda por sus servicios) y prometió que, al no pagar la cuota de membresía de la UE, se podrían destinar 350 millones de libras a la semana al NHS.
Pero, lejos de generar más fondos para el NHS, el resultado del Brexit, y el discurso anti-inmigración del gobierno de Theresa May que asumió el poder en el 2016, creó nuevos problemas: se calcula que desde el 2016, 20,000 profesionales de la salud oriundos de países de la UE que trabajaban en el NHS se han ido del Reino Unido.[5] Si bien estas personas podrían ser remplazadas por migrantes de países que no son miembros de la UE, las políticas migratorias y lo que se ha llamado el ‘ambiente hostil’ migratorio (creado por Theresa May cuando era ministra del interior en el 2012) dificultan el reclutamiento de doctores y enfermeras. Según el Nuffield Trust, de aquí al 2030, el Reino Unido tendrá un deficit de 250,000 profesionales de la salud.[6]
En breve, es indudable que el Reino Unido tiene uno de los mejores sistemas de salud pública en el mundo, pero es un sistema que ha sido ahuecado por décadas de políticas de austeridad. Su política de prevención de pandemias ha sufrido por lo mismo: se calcula que el material almacenado para ser utilizado en casos de pandemia ha perdido el 40 por ciento de su valor (es decir, no ha sido remplazado y actualizado adecuadamente). Esto, a pesar de que una simulación de pandemia de ‘gripe de cisne’ realizada en el 2016, Exercise Sygnus, concluyó que, de ocurrir una pandemia de esa naturaleza, no habría suficientes ventiladores y material protectivo y que el NHS colapsaría.[7] Es decir, el gobierno sabía que no estaba preparado para enfrentar una pandemia hace cuatro años.
Esto nos lleva al contexto de corto plazo. ¿Cómo explicar la reacción inicial del gobierno de Boris Johnson a la pandemia? A pesar de que los primeros casos en el país se registraron a fines de enero, el gobierno británico no sólo demoró en implementar una política de ‘lockdown’ o confinamiento, como hicieron otros países, sino que por varias semanas parecía que seguiría una política completamente distinta, enfocada no en limitar los contagios a través del confinamiento y seguimiento de casos, sino en permitir que la población adquiera una imunidad colectiva, la supuesta imunidad de rebaño. Las recomendaciones del gobierno se limitaron a pedir que la gente se lave las manos, tosa en un pañuelo de papel, y se auto-aislara en caso de tener sintomas. A pesar de esta política, la sociedad civil actuó de manera decisiva: las federaciones de futbol y rugby cancelaron partidos, se canceló la maratón de Londres, y padres de familia empezaron a retirar a sus hijos de los colegios.
Fue recién el 18 de marzo que se cerraron los colegios y recién en la última semana de marzo, cuando ya había más de 400 muertos, que el gobierno implementó la política de confinamiento. Habían pasado casi siete semanas desde los primeros casos a fines de enero. El gobierno ha anunciado una serie de medidas económicas importantes tanto para apoyar al NHS (por ejemplo, con la construcción de hospitales temporales para aumentar la cantidad de camas de cuidados intensivos), como a la economía misma del país; medidas sin precedente, que amplían el papel del estado en la economía a niveles no vistos desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, las medidas de apoyo económico no cubren a toda la población y es evidente que hay problemas de abastecimiento de ventiladores, mascaras, y otros equipos esenciales. En particular, a pesar de haber prometido aumentar la cantidad de pruebas de coronoavirus, la capacidad sigue siendo baja y limitada en gran parte a pacientes en hospitales.
Desde el comienzo, el gobierno de Johnson insistió que su política divergente se basaba en la ‘ciencia’, a diferencia de otros países, como Italia, donde, según el ministro Grant Shapps, los confinamientos eran medidas ‘populistas’. Este era un mensaje algo contradictorio, ya que en los últimos años el Partido Conservador había asumido un discurso anti-experto en el contexto de su campaña a favor del Brexit. Por otro lado, la política divergente parecía basarse en una idea de la excepcionalidad británica.
Lo que se había hecho en otros países no se podía hacer en el Reino Unido, sugirió Boris Johnson, refiriéndose al hecho que el británico era amante de la libertad. En las primeras semanas, parecía que el gobierno o no entendía o no quería aceptar la seriedad de la pandemia, y mucho menos aceptar que habían lecciones que aprender de la experiencia de otros países. No fueron pocos los analistas que reconocieron en esta actitud una cierta soberbia perfumada de nostalgia imperial.
Lejos de asumir responsabilidad tanto por los evidentes errores en las políticas iniciales o por no resolver los problemas de abastecimiento de ventiladores y ‘equipos de protección personal’ (PPE), el gobierno ha adoptado una política de comunicación que busca socializar la responsabilidad y, por ende la culpabilidad de las muertes. Su mensaje, repetido ad nauseam, es ‘Stay at Home, Protect the NHS, Save lives’ (Quédense en casa, protejan al NHS, Salven vidas), hace al ciudadano responsable, por sus acciones, de proteger al NHS (la institución tan querida) y salvar las vidas de su conciudadanos. La incapacidad de asumir la responsabilidad por las deficiencias en la política del gobierno quedan perfectamente ilustradas por la respuesta de la ministra del interior, Priti Patel, a una pregunta de una periodista sobre el desabastecimiento de PPE: ‘lo siento si usted piensa que han habido fallas’.
Por el momento, a pesar de algunas críticas, incluso de la prensa favorable al gobierno, la población ha aceptado las medidas y las ha observado. Al superar y reponerse del coronavirus, Boris Johnson probablemente se ha ganado la simpatía de alguna gente – sigue siendo un primer ministro popular – y, quizás más importante, algo de tiempo. Pero mucho dependerá del balance de muertes y quizás aún más de la política de salida del confinamiento. Es evidente que la situación actual no puede seguir indefinidamente, tanto por el costo a corto pero sobre todo a mediano plazo de una economía en pausa como por otros tipos de costos (aumentos de violencia doméstica, problemas de salud mental, niños sin acceso a la escolaridad, etc). Es probable que del éxito de la salida de la situación actual dependerá cuan severamente se evaluarán los errores de la política inicial.
Referencias:
[1] https://www.newyorker.com/news/q-and-a/how-pandemics-change-history
[2] https://www.independent.co.uk/news/uk/politics/danny-boyle-nhs-celebration-tories-london-2012-olympics-opening-ceremony-a7129186.html
[3] https://bmjopen.bmj.com/content/7/11/e017722
[4] https://undocs.org/A/HRC/41/39/Add.1
[5] https://www.independent.co.uk/news/uk/politics/brexit-eu-citizens-nhs-crisis-migration-boris-johnson-hospital-health-a9239791.html
[6] https://www.nuffieldtrust.org.uk/resource/the-nhs-workforce-in-numbers#8-what-is-the-outlook-for-the-future
[7] https://www.theguardian.com/world/2020/apr/12/revealed-value-of-uk-pandemic-stockpile-fell-by-40-in-six-years
Como citar este artículo:
Drinot, Paulo. Coronavirus en el Reino Unido: el costo del excepcionalismo. História, Ciências, Saúde-Manguinhos [online]. 2021 [Accedido 11 Deciembre 2021] , Disponible en: <https://doi.org/10.1590/S0104-59702021005000011>.
DRINOT, Paulo. Coronavirus en el Reino Unido: El colsto del excepcionalismo. In: Revista História, Ciências, Saúde – Manguinhos (Blog). Available at http://www.revistahcsm.coc.
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