Halfdan T. Mahler (1923-2016): mis recuerdos de una entrevista.
Marcos Cueto, editor científico de HCS-Manguinhos
El 14 de diciembre del 2016 murió una de las referencias más importantes de la salud pública mundial del siglo XX: el dinamarqués Halfdan T Mahler. Fue funcionario de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 1951, uno de los subdirectores de esta agencia cuando la dirigía el brasilero Marcolino Candau, y elegido Director-General entre los años 1973 y 1988.
Es considerado por muchos como el arquitecto de la Conferencia Internacional de Atención Primaria de Salud que se realizó en Alma Ata (la antigua Unión Soviética) en septiembre de 1978. A mediados del 2004 estuve investigando en los archivos de la Organización Mundial de la Salud ubicados en Ginebra en un proyecto sobre la historia de la Atención Primaria de la Salud (APS).
Sabía de la importancia de Mahler en esta historia y sabía que vivía retirado a las afueras de Ginebra. Conseguí que accediera a una entrevista que inicialmente iba a ser de media hora pero que se extendió a casi tres horas de animada conversación. Además de sus valiosas informaciones y estimulantes comentarios dejó en mí una honda impresión. Probablemente fue la intensidad con la que explicaba con claridad, y hasta devoción, conceptos que consideraba imprescindibles. Por ejemplo, recuerdo la manera pausada en que me dijo que “justicia social” era un término sagrado.
Más aún, su voz grave y vívida, su mirada penetrante y su forma de argumentar parecían dirigidas a un auditorio al que tenía que persuadir. Confieso que durante la entrevista instintivamente mire a mis espaldas para ver si había más personas en la sala donde conversábamos. Y confirme que no había nadie más. Después me convencí que era una suerte de predicador de cambios radicales en la salud pública y tenía la virtud que las personas sintiesen que podían ser parte de algo importante y trascendente.
Seguramente algo de esa característica personal provenía de su padre que fue un destacado pastor bautista. Pero no era solo eso. Los cerca de diez años trabajando en la India contra la tuberculosis lo habían marcado. No solo por la enfermedad sino por las personas. Me contó que en una de sus primeras experiencias en ese país cometió el grave error de revelar a una madre de familia que solamente tenía drogas y tratamiento para cinco de sus seis hijos y que por favor le ayude a decidir cuáles serían esos cinco. Como respuesta recibió una bofetada y una respuesta orgullosa; no iba a tratar a ninguno. Se quedó en silencio pero nunca olvido el incidente.
Experiencias como esa explican su determinación en defender sus ideas en favor de la solidaridad con los pobres contra la corriente: o en un contexto neoliberal adverso como el que empezó a predominar en la década 1990. Me contó como había navegado aguerridamente entre sus críticos quienes hacia el final de su mandato en la OMS lo quisieron demonizar llamándolo el “Obispo Rojo de Ginebra.”
Vinculado a ello estuvo su inagotable insistencia que la APS fuese no solo un mecanismo para modernizar los sistemas de salud sino una herramienta para promover el desarrollo en los países pobres y la solidaridad entre todos los países. Al despedirnos, se dio tiempo para hacer una broma. Me contó que esa mañana una serpiente había aparecido en el jardín de su casa (algo inusual en Ginebra) y le gritó: “İRetrocede, representante de la industria farmacéutica!”
Posteriormente a esta entrevista tuve el privilegio de volver a conversar con Mahler y de participar de un par de reuniones sobre historia y desafíos de la salud global. El más difícil de olvidar fue el primer seminario de historia de salud global, organizado por la OMS en Enero del 2006 (que hoy se siguen realizando), y en el que participé junto a Mahler y a Elizabeth Fee entonces directora de la sección de historia de la medicina de la Biblioteca Nacional de Salud de EEUU.
Siempre, al final de esos eventos noté como otros líderes de la salud internacional –inclusive aquellos que no pensaban como él– lo trataban con algo que cualquier profesional quisiera haber conquistado hacia el final de su carrera: respeto y aprecio de sus colegas. No estoy seguro si Mahler se convenció de la importancia a la historia para justificar la vigencia de la APS.
En cambio, si estoy seguro que después de conocerlo yo me acabe de convencer que los historiadores de la salud precisan comprender el presente para interpretar críticamente el pasado y tienen el deber de abrazar – por lo menos en silencio – valores nobles y resilientes como los de Mahler: la justicia social, la solidaridad, y la salud pública como promotora y parte del desarrollo.
Foto Global Health Histories Enero 26, 2005 Seminar 1: The role of WHO in the history of global health http://www.who.int/global_health_histories/seminars/poster01.pdf?ua=1 Leyenda: Thomson Prentice (funcionario de la OMS), Mahler, Elizabeth Fee (National Library of Medicine EEUU) Ariel Pablos-Mendez (funcionario de la OMS) y Marcos Cueto Puede
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