Junio 2016
Vivian Mannheimer | HCS-Manguinhos blog
En Brasil un caso reciente de violación colectiva de una joven ha causado consternación y generado un gran debate en el país. En Tucumán, Argentina, una mujer fue condenada a ocho años de cárcel, acusada de haberse inducido un aborto, mientras familiares denuncian malos tratos de los médicos. Aunque sean diferentes, los dos casos muestran la violencia contra las mujeres en ambas sociedades.
Para discutir el tema, invitamos a Lorena Saletti-Cuesta, investigadora del CONICET, experta en salud y género. Lorena analizó la violencia de género en los contextos latinoamericanos, las políticas públicas para su reducción y el rol del sistema sanitario ante el problema.
¿Cuáles son los factores sociales y culturales relacionados con la violencia de género en los países Latinoamericanos, como la Argentina o Brasil, donde existe la discriminación por género?
Sabemos que la violencia de género constituye un mecanismo estructural e instrumental de control cuyo objetivo es mantener el patriarcado, es decir la organización jerárquica y el poder asignado a los hombres y a lo considerado como “masculino” sobre las mujeres. En 1998 Lori Heise formuló un modelo socio-ecológico, muy difundido y adoptado en organismos internacionales, para conceptualizar la violencia como un fenómeno multifacético que se origina en la interacción de factores individuales, contextuales, locales y estructurales.
Para responder a su pregunta sobre las causas de la violencia de género en nuestros contextos latinoamericanos es fundamental potenciar los estudios locales sobre el tema. Algunas autoras feministas latinoamericanas han destacado el papel de la colonización en el mantenimiento de las desigualdades de género y la violencia. El caso de las esterilizaciones forzadas en Perú representa un ejemplo concreto de cómo el género intersecciona, se cruza, con otros ejes de desigualdad social, como el origen étnico o la pobreza, para perpetuar la violencia hacia las mujeres más vulnerables.
Tampoco debemos olvidar que en nuestros contextos existen factores estructurales que aumentan el riesgo de vivir violencia de género. Entre ellos las desigualdades sociales, culturales y de oportunidades que existen en nuestras sociedades. Es decir las brechas entre ricos y pobres, la pobreza, o la falta de acceso a la salud y a la educación, entre otros.
Necesitamos políticas públicas que garanticen una vida libre de violencia, que estén dotadas de presupuesto y gobiernos fuertes que regulen su implementación y sancionen incumplimientos. Por ejemplo, es fundamental y urgente garantizar el derecho al aborto seguro ya que las legislaciones actuales provocan graves consecuencias sobre la mortalidad y la salud de las mujeres y condenas y procesos judiciales injustos, como el reciente caso de Belén en Argentina. Asimismo, necesitamos fortalecer iniciativas para erradicar la imagen estereotipada de “mujer-objeto” transmitida constante y masivamente en nuestros medios de comunicación pero también en otros espacios como el educativo.
¿Qué cambios deben producirse en términos de políticas públicas, para reducir la violencia contra las mujeres?
La firma de convenios internacionales para erradicar la violencia de género, la elaboración de leyes, la creación de registros y de recursos en la comunidad son pasos básicos para reducir la violencia. Sin embargo, si estas medidas no son acompañadas de presupuestos quedarán solo en la intención política o, en el mejor de los casos, en el papel.
Un cambio recomendado es la inclusión de la ciudadanía en todo el ciclo de una política pública (diseño, implementación y evaluación). La participación ciudadana contribuye a visibilizar los recursos y las estrategias comunitarias y fundamentalmente a la reflexión crítica y al empoderamiento colectivo.
Por otro lado, incluir la perspectiva de género en todas las políticas públicas, desde las políticas sanitarias hasta las educativas, pasando por las urbanísticas o las de seguridad ciudadana por nombrar algunas, debería ser una prioridad junto con la actuación articulada de todos los sectores sociales en contra de la violencia de género. Por último, resultan fundamentales la capacitación y sensibilización de quienes ejecutan las políticas y la evaluación de su impacto.
En Brasil, se estima que alrededor del 90% de los casos de violación no se denuncian. En la Argentina los números no deben ser muy distintos. ¿Por qué?
Entre los motivos de no denunciar destaca la existencia de diversos miedos: al maltratador, a no ser creídas y a las represalias. También muchas mujeres sienten vergüenza de lo sucedido y prefieren no denunciar ya que hacerlo implicaría reconocer que el hecho ha sucedido, recordarlo y relatarlo a otras personas.
Acciones de repudio social, como la masiva manifestación en Brasil contra la violación colectiva, contribuyen a la concientización social, a la reducción de presiones sociales que obstaculizan las denuncias, y especialmente a que las mujeres no se sientan culpables de la situación vivida.
Asimismo, es importante fortalecer la infra-estructura judicial y la capacitación del personal. Por ejemplo, en Argentina ha habido denuncias de que el botón anti-pánico que la justicia otorga a las mujeres no funciona correctamente o casos en los que personal judicial pregunta de forma ofensiva, culpabilizando a las mujeres y negando ordenes de protección.
Creo que las denuncias son fundamentales para visibilizar y emprender acciones contra este problema. Sin embargo, considero que también debemos fortalecer otras acciones en contra de la violencia de género. La sensibilización y condena social son fundamentales para ello.
Asimismo que las mujeres aprendamos cómo defendernos de ataques machistas (autodefensa) y acciones de cuidado colectivo, como por ejemplo las que se emprenden en algunos barrios pero hacerlo entre mujeres, son también acciones que contribuirían a modificar esta lacra social.
Gracias al feminismo este problema, que anteriormente se consideraba como algo privado o doméstico se ha visibilizado, deslegitimado y re-conceptualizado como un problema social sin embargo aún queda mucho por hacer.
En el reciente debate sobre la violación colectiva en el Brasil, se ha discutido la persistente marginación de las mujeres y las minorias sexuales. ¿En que medida los y las profesionales sanitarios contribuyen a esta discriminación?
Como personas que viven y se desarrollan en una sociedad determinada, los y las profesionales sanitarios no están exentos del machismo. La investigación sobre el rol del sistema sanitario ante la violencia de género ha evidenciado diversas barreras en la detección y el abordaje de este problema. Destacan barreras organizacionales como la alta demanda asistencial y el escaso tiempo de consulta pero también barreras del propio personal sanitario como prejuicios y estereotipos sobre la violencia.
Precisamente, en paralelo al proyecto que coordino, estoy realizando junto con dos colegas una revisión sistemática de estudios cualitativos para indagar las opiniones del personal sanitario sobre la violencia de género y los factores percibidos que influyen en su abordaje.
Hemos encontrado mucha información y puedo adelantar que los estudios reportan la existencia de prejuicios y actitudes sexistas de los y las profesionales así como la necesidad de mayores recursos, capacitación, supervisión y protocolos de actuación integrales y multi-disciplinares.
Todo ello es clave para que las mujeres y las personas que no responden a los mandatos de género relacionados con la heteronormatividad, por ejemplo las personas consideradas minorías sexuales, reciban una atención adecuada y de calidad en los servicios de salud que contribuya a detectar tempranamente una posible situación de violencia y por supuesto a paliar, de algún modo, las consecuencias de la desigualdad de género y la discriminación que esta implica.
Lea en el blog:
Una perspectiva feminista de la historia de la medicina – Entrevista con Teresa Ortiz-Goméz
Zika virus and rubella: similarities and differences – Entrevista con Ilana Löwy
Véase en HCS-Manguinhos:
Felitti, Karina. “Parirás sin dolor: poder médico, género y política en las nuevas formas de atención del parto en la Argentina (1960-1980).” Hist. cienc. saude-Manguinhos, Dic 2011, vol.18, suppl.1, p.113-129.
Engel, Magali Gouveia. “Forbidden sexualities: madness and the male gender.” Hist. cienc. saude-Manguinhos, 2008, vol.15, p.173-190.
Pereira, Audrey Vidal, Rotenberg, Lúcia and Oliveira, Simone Santos. “Relações de gênero e interdependências: reflexões a partir de mudanças na configuração hospitalar.” Hist. cienc. saude-Manguinhos, Set 2013, vol.20, no.3, p.1007-1024.
Silva, Marinete dos Santos. “Reprodução, sexualidade e poder: as lutas e disputas em torno do aborto e da contracepção no Rio de Janeiro, 1890-1930.” Hist. cienc. saude-Manguinhos, Dez 2012, vol.19, no.4, p.1241-1254.
Goldenberg, Mirian. “O gênero das travestis: corpo e sexualidade na cultura brasileira.” Hist. cienc. saude-Manguinhos, Dez 2009, vol.16, no.4, p.1115-1119.
Vergara, Moema de Rezende. “As imagens femininas n’O Vulgarizador: público de ciência e mulheres no século XIX.” Hist. cienc. saude-Manguinhos, 2008, vol.15, p.191-208.
Ribeiro, Adelia Maria Miglievich. “Marina de Vasconcellos and the social sciences in Rio de Janeiro: a study of the social circles.” Hist. cienc. saude-Manguinhos, vol. 15 supl. Rio de Janeiro 2008.
Engel, Magali Gouveia. “Forbidden sexualities: madness and the male gender“. Hist. cienc. saude-Manguinhos, vol. 15 supl. Rio de Janeiro 2008.
Drovetta, Raquel Irene. Morbimortalidad femenina en la Puna jujeña: potencialidad de la técnica autopsia verbal. Hist. cienc. saude- Manguinhos [online]. 2008, vol.15, suppl., pp. 257-268. ISSN 1678-4758.
Engel, Magali Gouveia. Forbidden sexualities: madness and the male gender. Hist. cienc. saude-Manguinhos, vol. 15 supl. Rio de Janeiro 2008.