Perú y la memoria global de las víctimas de COVID-19

25 de mayo de 2020

Sección especial: Coronavirus and History / Testemunhos COVID-19

José Ragas | Instituto de Historia –Pontificia Universidad Católica de Chile

La nave y los pasillos centrales de la Catedral de Lima —uno de los edificios religiosos más antiguos en las Américas— lucían muy distinto a lo habitual en la mañana del domingo 14 de junio de este año.

En vez de grupos de feligreses y turistas que suelen aglomerarse bien sea para escuchar misa o admirar el arte colonial, las bancas y paredes estaban ocupadas por las fotografías de personas que habían fallecido de COVID-19 en las últimas semanas. Siguiendo las medidas de distanciamiento social, la misa estuvo restringida al Cardenal, sus acólitos y el personal requerido para montar el escenario. Debido a la imposibilidad de presenciar la misa, los deudos y otros fieles siguieron la transmisión desde sus casas a través de la señal del canal del Estado y de la página de Facebook del Arzobispado de Lima.

Catedral de Lima. Domingo, 14 de junio, 2020

Como este episodio lo sugiere, la actual pandemia de COVID-19 ha trastocado nuestras estructuras sociales y económicas hasta alcanzar las dimensiones más íntimas de nuestra sociedad, como lo es nuestra relación con los muertos. Si bien la preocupación general está enfocada hacia los aspectos globales de la pandemia, con la economía encabezando esta lista, es menos lo que conocemos sobre las transformaciones emocionales y personales en el luto y el recuerdo de quienes han fallecido por la pandemia.

Este ensayo busca llamar la atención hacia estos aspectos y a la manera cómo los memoriales han buscado materializar nuestro recuerdo de las víctimas de las pandemias durante el último siglo. El universo de prácticas, objetos y rituales que rodea a los fallecidos por COVID-19 es completamente distinto al de hace unos meses atrás: desde cómo estos son registrados hasta cómo y dónde son enterrados (o incinerados) y recordados por los deudos y las generaciones futuras. Se trata de un fenómeno que viene ocurriendo en todas partes del mundo y en Perú en especial, donde la pandemia ha sido particularmente letal. Hasta el momento, cuando se han cumplido los primeros cien días de la cuarentena implementada por el Gobierno, la pandemia ha provocado más de ocho mil víctimas y ha colocado al país entre los diez con más casos reportados a nivel mundial, según el Coronavirus Resource Center de la Universidad Johns Hopkins. Como una forma de comprender el impacto de la pandemia, intentaré explicar cómo se construye la memoria de las víctimas de COVID-19 y la manera en que la cuarentena y las plataformas digitales están cambiando los rituales funerarios.

Históricamente, los memoriales a las víctimas de las pandemias a nivel mundial han tenido menos visibilidad que los dedicados a quienes fallecieron, por ejemplo, en accidentes, desastres naturales o guerras. Incluso la gripe de influenza de 1918, considerada hasta ahora la peor pandemia en el último siglo —y que tranquilamente podría ser desplazada por el coronavirus en un par de meses más— no cuenta con un número importante de memoriales. Esto es particularmente llamativo sobre todo porque no hace mucho se conmemoró un siglo de dicho evento, y más aún cuando dicha pandemia ha sido utilizada como el símil más inmediato a la actual. El que dicha pandemia haya tenido lugar al interior de otro evento cataclísmico como la Gran Guerra (1914-1918) y la victoria del bando aliado, pudo haber hecho que el triunfalismo sepultase (literal y metafóricamente) cualquier recuerdo de los muertos por influenza.

Es precisamente el carácter triunfalista de una sociedad después de algún evento trágico o traumático lo que motivó la proliferación de memoriales dedicados a celebrar las victorias y no las tragedias, de acuerdo con Mechtild Widrich, del Instituto de Arte de Chicago. Bajo esta lógica, las pandemias no son actos heroicos, donde las muertes hayan servido a algún objetivo triunfal, recalca el mismo Wildrich. En esto último parece estar de acuerdo la historiadora Catharine Arnold. Al ser consultada por The New York Times, ella indicó que la agonía misma y la degradación progresiva de las víctimas pudo haber contribuido a un olvido deliberado de dicha forma de muerte.

Un giro importante en cuanto a la ausencia de memorias y nuestra relación con las pandemias parece haberse producido con el VIH/SIDA. Posiblemente porque esta pandemia afectó a una comunidad en particular, la cual fue socialmente estigmatizada, así como a personajes famosos y luego a un mayor número de personas, la toma de conciencia respecto a la misma fue más profunda. El recuerdo de las víctimas de VIH/SIDA implicó a su vez un reclamo por la discriminación hacia la comunidad LGBTI y a un reconocimiento de dicha enfermedad en la esfera pública, en momentos del giro hacia una sociedad neoliberal y de desmantelamiento de la salud pública y comunitaria. Además, se dedicó un día especial al año para conmemorar a las víctimas y generar conciencia sobre su presencia y cómo prevenirla, promoviendo a su vez la educación sexual desde los centros educativos.

Uno podría pensar que los memoriales son producto de una etapa posterior a las pandemias. Pero en la actual coyuntura, algunos países han comenzado a encontrar formas de honrar a sus muertos. Por ejemplo, España declaró que, desde el 27 de mayo pasado, y por un periodo de diez días, el país estaría de duelo nacional en recuerdo de las víctimas de coronavirus. El gobierno incluyó medidas como izar banderas a media asta en los edificios públicos y buques de la armada. La creación de memoriales ha encontrado cierta resistencia de grupos negacionistas y de extrema derecha. En Brasil, un seguidor del presidente Jair Bolsonaro, quien activamente ha saboteado las medidas para contener el COVID-19, vandalizó un memorial en una playa de Copacabana. Un grupo de activistas había cavado cien tumbas a las cuales se colocó su respectiva cruz, para representar de manera simbólica a las más de 40 mil personas fallecidas por dicha enfermedad en el país.

Aunque los memoriales constituyen la manifestación material más visible del recuerdo de las víctimas de una pandemia, son solo una expresión de un fenómeno mayor. La naturaleza misma del virus, que obliga a disponer de los cuerpos con la mayor rapidez posible, ha impuesto cambios en nuestras conductas. Ya no es posible despedirse de los cuerpos pues estos son transportados directamente a las funerarias, cementerios o crematorios y dispuestos bajo estrictas medidas. En otros casos van directamente a fosas comunes como las construidas en Nueva York o Brasil. La entrega de urnas con cenizas a los deudos está haciéndose cada vez más común. Tampoco es posible acompañar a las personas en su tránsito a otra vida como realizar funerales con la presencia de familiares. Las videollamadas y plataformas como Zoom han sido reconfiguradas para permitir reuniones virtuales que permitan paliar la tragedia emocional de los deudos.

Al igual que otras personas en otros países, las y los peruanos han venido procesando su duelo de distintas maneras. No existen memoriales para las víctimas de pandemias pasadas. Lo más cercano al recuerdo visible de quienes fueron afectados por las múltiples epidemias podría ser el edificio del Hospital 2 de Mayo, construido apresuradamente para albergar a los pacientes de la epidemia de 1866 que asoló la capital y su puerto. En ocasiones, las secuelas de las epidemias se llevaban en el cuerpo mismo. Las marcas de viruela en el rostro eran un distintivo para reconocer a quienes habían sobrevivido a las varias epidemias de dicha enfermedad en la sierra y migrado a Lima. Estas eran usadas como señales visibles para reconocer a potenciales sirvientes domésticos (muchos de ellos niños y niñas) huidos del control de las casas de clase media y alta de Lima en el siglo XIX.

Hasta el momento, he podido registrar tres tipos de dinámicas llevadas a cabo para visibilizar y recordar a las víctimas de COVID-19. En primer lugar, la misa realizada en la Catedral de Lima con la que abríamos este ensayo. En los días previos a la misa, familiares de difuntos de COVID-19 (o que señalaban serlo) enviaron las fotografías con los nombres para identificarlas.

Fotos de muertos por COVID-19 en la Catedral de Lima.

Durante la misa se leyeron algunos de los nombres en representación del total de víctimas (el Cardenal se disculpó por no poder mencionarlos a todos durante la homilía). El número de fotografías enviadas para la misa se estima en cuatro mil o cinco mil, sin que el Arzobispado haya dado una cifra exacta. Antes de echar incienso sobre las fotos de las víctimas a manera de despedida, el Cardenal señaló que: “Vamos a hacer duelo con los que están dolidos, para poder hacer luto y, dentro del proceso del dolor interno de la muerte, recuperar la esperanza de que no morimos a secas, sino que morimos en la esperanza de vivir plenamente, de reencontrarnos”.

En segundo lugar, los medios y gremios emprendieron una campaña para humanizar a las víctimas por medio de rasgos que las caracterizaban y fotografías. Ojo Público hizo el portal más completo, con perfiles de las víctimas e imágenes. “Hasta que la vida nos separe”, el nombre del memorial digital contó con la ayuda de los familiares de las víctimas.

Ojo Público, 10 de mayo, 2020. Ilustración: Omar Siancas.

Estos perfiles, recogidos a nivel nacional, permitió conocer mejor a otras y otros peruanos, sus trayectorias y cómo se habían contagiado del virus. (Incluso en algunos casos, cuáles fueron sus últimos deseos al saber que el fin era inminente). La República hizo algo similar, pero a nivel gremial. Publicó los rostros y testimonios de personas cercanas a estas de “policías caídos en la primera línea de combate” (30 de mayo de 2020) seguido por otro sobre los enfermeros y tecnólogos médicos (2 de junio de 2020) y un tercer reportaje sobre los maestros que se contagiaron al desplazarse a los centros educativos en regiones (15 de junio de 2020). El Colegio Médico del Perú, por su parte, exhibió fotografías de treinta y tres de sus miembros al interior de su sede para rendir homenaje a quienes habían fallecido víctimas de COVID-19. Posteriormente, las imágenes formarían parte de una “Galería de Médicos Fallecidos por COVID-19” al interior de dicho local, la cual sería visitada por el presidente Martín Vizcarra .

Homenaje a las víctimas de COVID-19 en el Colégio Médico del Perú.

En un plano más individual, familiares y personas cercanas han encontrado en las redes sociales una manera de expresar su pérdida. La empatía recibida a través de contactos y mensajes les ha permitido compensar la ausencia de la despedida física y el acompañamiento en estos momentos de cuarentena. Aún cuando las misas no podían ser presenciales sino virtuales, las familias buscaron mantener los rituales asociados con las mismas. La elaboración de capillos digitales es una muestra de esta adaptación, como lo sugiere este capillo por la Misa de Honra del Suboficial Brigadier de Armas de la PNP Carlos Máximo Yauri Tucto. La ceremonia virtual se realizó a través de la página de Facebook de la Parroquia San Marcos, ubicada en San Juan de Lurigancho (Lima). En situaciones normales, los capillos por lo general son realizados en pequeñas imprentas y van acompañados de una foto de la persona fallecida. Sirven como tarjetas de invitación, pero también de recuerdo una vez pasada la ceremonia.

Capillo por la Misa de Honra del Suboficial Brigadier de Armas de la PNP Carlos Máximo Yauri Tucto [Imagen reproducida con permiso de la familia].

Las difíciles circunstancias por las que Perú y otros países atraviesan mientras combaten al COVID-19 hacen difícil pensar en algún tipo de memorial colectivo más permanente. Como hemos visto, esto no ha impedido recurrir a diversos elementos, algunos tradicionales, otros de innovación, para despedir y recordar a los seres queridos.

Considero que una vez que esto pase, y sobre todo con el Bicentenario cerca, el Gobierno peruano debería construir un memorial público a las víctimas de COVID-19. No solo como un homenaje hacia ellas sino como un recordatorio de lo mal preparado que estuvimos para enfrentar esta pandemia. Como lo sugiere David Segal en The New York Times, la ausencia de memoriales a los fallecidos por la pandemia de 1918 explica, en cierto modo, la poca preparación del gobierno y el público estadounidense para el COVID-19. El progresivo desmantelamiento del sistema público de salud, el abuso del sistema privado de salud, la especulación con elementos sanitarios como el oxígeno o la difusión interesada de noticias falsas sobre supuestas curas milagrosas son factores que no pueden repetirse en la próxima pandemia que debamos afrontar.

Un memorial público —el primero en su tipo en el país— podría servir a su vez para interpelarnos como sociedad y evitar que una tragedia como la actual se repita en el corto plazo. Para que al menos hayamos aprendido algo de la muerte de estos compatriotas.

Recursos digitales sobre COVID-19

Archivo Covid-19 Perú. Biblioteca Central Universidad Nacional Mayor de San Marcos. 2020.

Raúl Asensio, ed. Crónica del Gran Encierro. Pensando el Perú desde la Pandemia. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2020.

Cartografia das Memórias. Mapa sonoro de relatos COVID-19

Faces of the Dead. This is how they lived, and what was lost when they died. The Washington Post (última actualización, 28 de mayo de 2020).

Forever Missed – Memorial a víctimas de COVID-19

Global Health Events web Archive – National Library of Medicine

Melissa Block. Projects Across the U.S. Memorialize Coronavirus Victims. NPR (25 de mayo de 2020).

National Library of Medicine

The Pandemic Journaling Project. University of Connecticut

You are the Primary Source: COVID-19 Storytelling Initiatives.

Referencias

Milagros Berríos y Ángela Valdivia. Los maestros mueren en silencio. La República (15 de junio de 2020).

Melina Ccoillo. Enfermeros y tecnólogos caídos: los otros héroes caídos. La República (2 de junio de 2020).

Clifton D. Bryant, ed. “Epidemics and Disasters”. En The Handbook of Death and Dying. Volume 1. The Presence of Death. Londres: Sage Publications, 2003, pp. 230-231.

Kenneth Feinberg. How to Compensate the Pandemic’s Victims? Is the 9/11 Model the Best Option?. Foreign Affairs (23 de junio de 2020).

Patrick Gathara. Should images of coronavirus victims be sanitized? Al Jazeera (7 de junio de 2020).

Abby Ohlheiser. The lonely reality of Zoom funerals. MIT Technology Review (13 de abril de 2020).

Ojo Público. Hasta que la vida nos separe. Mayo 2020.

Ángel Páez, Doris Aguirre y María Elena Hidalgo. Policías caídos en la primera línea de combate. La República (30 de mayo de 2020).

Tom Phillips. Bolsonaro supporter desecrates Brasil beach memorial for 40,000 coronavirus victims. The Guardian (11 de junio de 2020).

David Segal. Why Are There Almost No Memorials to the Flu of 1918? The New York Times (14 de mayo de 2020).

Britta Shoot. The rare challenge of building a pandemic memorial. CityMetric (9 de junio de 2020).

Mercedes Solá. Lo peor: una despedida en cuarentena. Página 12 (24 de junio de 2020).

Rostros de 33 médicos fallecidos por COVID-19 estarán en exteriores del Colegio Médico del Perú. El Comercio (25 de mayo de 2020).

José Ragas es profesor en el Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Ph.D. en Historia por la Universidad de California, Davis.

Como citar este texto:

RAGAS, José. Perú y la memoria global de las víctimas de COVID-19. In: Revista História, Ciências, Saúde – Manguinhos (Blog). Publicado en 26 de junio de 2020. Accedido en [fecha].

Ragas, José. Perú y la memoria global de las víctimas de covid-19. El siguiente texto es una versión más completa, actualizada y sometida a revisión de pares de un post que apareció en el blog de História, Ciências, Saúde – Manguinhos. História, Ciências, Saúde-Manguinhos [online]. 2021, v. 28, n. 2.

 

 

 

 

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